Aunque
ya había recitales de ópera antes, el 9 de julio de 1990 fue el
nacimiento de un producto que tuvo mucho de marketing pero, también,
fue un hito que se repitió, de forma conocida otras dos veces más:
Los Ángeles(1994), París(1998) y Yokohama(2002) . Era una gala que
se emitía el día antes de la final de la Copa del Mundo de fútbol
y que acabó superando al evento deportivo, la célebre gala de “Los
Tres Tenores”. Se reunió bajo la dirección de Zubin Mehta a los
tenores Luciano Pavarotti, Plácido Domingo y José Carreras en un
evento,previsiblemente único, pero que supuso el inicio de una serie
de galas más allá de las mencionadas porque se vio que era algo que
permitía desde eventos especiales a otros de tipo benéfico. El
formato se extendió más allá con una mezcla de ópera, canciones
clásicas y populares que aún divide entre los que consideraron
positivo el evento y quienes no.De hecho, un año después repitieron
con varias sopranos sobre el mismo escenario.
Pero
comencemos. La retransmisión en España contó con la colaboración
de Terenci Moix y Olga Barrios para TVE. Las primeras notas que
sonaron fueron de la obertura de la ópera de Giuseppe Verdi “I
vespri siciliani”. El primero que salió a cantar fue José
Carreras con “Il lamento di Federico” de la ópera “L'Arlesiana”,
de Francesco Cilea. El tenor catalán eligió para su repertorio de
este concierto el mencionado fragmento, el improviso del primer acto
de “Andrea Chénier”(Umberto Giordano), la napolitana
“Core'ngrato” de Salvatore Cardillo y la célebre “Granada”,
de Agustín Lara.
Plácido
Domingo cantó dos fragmentos de ópera(O paradis de “L'africaine”
de Meyerbeer y “E lucevan le stelle” de la obra de Puccini,
“Tosca”), una romanza de la zarzuela de Pablo Sorozábal “La
tabernera del puerto” -la famosa “No puede ser”- y la menos
conocida para el público, “Dein ist mein ganzes Herz” de la
opereta de Lehár “Das Land des Lächelns”.
Luciano
Pavarotti cantó “Recondita armonia” de la ópera “Tosca”, de
Giacomo Puccini y volvió con el mismo compositor y la célebre
“Nessun dorma” de la obra “Turandot”. Como canciones
populares se acercó a fragmentos de su tierra, “Rondine al nido”
de De Crescenzo y “Torna a Surriento” de De Curtis.
El
programa consistía en dos piezas instrumentales para lucimiento de
las orquestas del Maggio Musicale Fiorentino y de la Ópera de Roma,
la mencionada obertura y una pieza de Respighi de las “Fiestas
Romanas”, un poema sinfónico sugerente y que iba en mitad de los
programas “individuales” de cada uno de los cantantes.
Para
terminar, un potpourri de fragmentos conocidos que llegó al biseo
completo, culminando con la imagen más icónica de estos conciertos:
la del tremolo de Luciano Pavarotti y la respuesta de Plácido
Domingo y José Carreras en la misma línea.
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