jueves, 26 de diciembre de 2019

Voces magistrales: Michele Pertusi

Nacido en Parma en 1965, forma parte de ese elenco de cantantes que, por su tipo de voz, también son necesarios para la ópera por desempeñar esos roles secundarios(en su mayoría) pero imponentes en voz y presencia. Un bajo-aunque, en ocasiones, puede llevar a cabo personajes de barítono- que, además, muestra buenas dotes de interpretación sobre el escenario.

Se formó en el Conservatorio “Arrigo Boito” de su ciudad natal, Parma. Contó con grandes maestros entre los que destaca Carlo Bergonzi. Su debut llegó pronto, en 1984 como Monterone en “Rigoletto”. Desde entonces ha ido alcanzado las metas de un cantante en evolución. Entre los primeros teatros en los que cantó Pertusi en los primeros años fue el Gran Teatre del Liceu en 1988 con la ópera “Lucrezia Borgia”, de Donizetti con Alfredo Kraus y Joan Sutherland en papeles principales.


Fue a mediados de la década de los noventa cuando debutó, en 1997, en Milán como en el Met neoyorquino. En el año 2000, en el ROH londinense. Ya se iba haciendo un hueco importante como bajo de referencia en un repertorio reconocido. Entre todos los lugares, destaca también su presencia en Torrechiara(con sus parecidos y sus diferencias, asimilable a Peralada) donde se celebra un Festival en homenaje a Renata Tebaldi que empezó en 1996 y donde se mantuvo en las primeras ediciones y, ya más esporádicamente, en las últimas. Con carrera por delante, al fin y al cabo, casi en la edad de madurez en un cantante(porque es una profesión que destaca por una buena longevidad si se cuida el repertorio)seguirá haciéndose un hueco en las programaciones de ópera en la próxima década y media.


El repertorio de Pertusi abarca roles principales de bajo en belcanto, Verdi, en las óperas de Mozart vinculadas con Lorenzo da Ponte, Pergolesi. En algunos casos, abarcando los diferentes roles de bajo-barítono de esas óperas.Respecto a grabaciones, suele destacar más las realizadas en estudio sin olvidar su presencia en determinadas producciones llevadas a DVD. Por lo demás, lo habitual en los cantantes: recitales y masterclass para los jóvenes cantantes.


Terminamos esta entrada con habituales clásicos : la recomendación de su página web oficial(http://michelepertusi.com/) en el que destacaría el apartado de Vídeo, que nos lleva a su canal de Youtube. Además, añadimos la entrevista que efectuó para un curso que se iba a efectuar en su momento.





jueves, 12 de diciembre de 2019

Momentos memorables: Obertura "Un giorno di regno"

Dos únicas óperas de tipo bufo compuso Giuseppe Verdi en su vida con una distancia de más de mediosiglo, como queriendo entender el compositor que el mejor momento para el humor requería un cúmulo de sapiencia para no errar el paso. Falstaff(1893) tuvo un sentido de humor, en cierto sentido, profundo pero generando una serie de escenas para lograr la sonrisa del público. También se podría buscar algunos lances de humor con determinados personajes(destacando Melitone y Trabuco en “La forza de destino”) pero es que “Un giorno di regno” le dejó marcado al compositor de Le Roncole di Busseto. Fue su segunda ópera tras “Oberto, conte di San Bonifazio” pero ya arrastraba un permanente dolor familiar: la muerte de sus dos hijos(ambos con un año de edad, tanto en 1838(Virginia) como en 1839(Icilio Romano) durante el estreno de la primera ópera y la composición de “Un giorno di regno”. Poco antes de la puesta en escena de este segunda ópera, moría también su mujer, Margherita Barezzi. En cuatro años vivió un terremoto afectivo, casándose en 1836, volvía a estar solo en 1840. En pleno dolor estrenó la ópera, acabando en un fracaso que le llevó a querer dejar la composición, que sabemos que no ocurrió por el azar y la insistencia de Merelli, empresario del teatro milanés de la Scala; así surgió “Nabucco”.Con todo, durante estos primeros años hubo relación de amor-odio con el público milanés, al que le achacó no haber tenido consideración con una persona devastada por la tragedia personal. Poco después se volvió a representar en Venecia con otro nombre muy asociado a la ópera y su argumento: “Il finto Estanislao”.


“Un giorno di regno” es, en sí, una ópera con libreto de Felice Romani pero no hecho a propósito, sino sacado del cajón. Pudo ser también un factor de fracaso porque el argumento, enrevesado, está muy alejado del preparado libreto de Falstaff. Más propio del humor de Rossini que de un compositor en su segundo estreno, le pudo afectar eso también. Es decir, era un estilo cuyo gusto ya estaba de pasada y la propia deriva del belcantismo llevaba a una temática inadecuada de embrollo marital, escenas en las que me imagino que el compositor no se sentía a gusto tras el acuerdo con el teatro milanés para estrenar una ópera buffa. Fruto de eso es que es, posiblemente, la ópera menos representada de Verdi. Con todo, traigo aquí su obertura inicial cargada de intensidad y contagiado entusiasmo que casi es difícil imaginar que fuera compuesto en tal situación dramática. Con un comienzo en Allegro se percibe la fuerza de los violines manteniendo la orquesta pero en el que quiero destacar el juego de los instrumentos de viento madera(flauta, oboe, fagot y clarinete y, en menor grado, el octavino) que nos acercan más al estilo jocoso de la trama(con ayuda también de violas, violonchelos y contrabajos) y, en especial, al personaje principal. Un brillante combinación que nos proporciona momentos de “diálogo” y que, sinceramente, nos lleva a otros tiempos más rossinianos.


bertura "Un giorno di regno"

miércoles, 4 de diciembre de 2019

Rincón chico: Los gavilanes

Aunque son varias las zarzuelas que he ido comentando, “Los gavilanes” tiene un componente emocional por encima de las demás. Esta zarzuela de Jacinto Guerrero fue la primera que escuché. Aún recuerdo ese cassete con la versión de Antonio Blancas y Ángeles Gulin, dirigida por Rafael Frühbeck de Burgos con cierto añoranza de esos años, a comienzos de los noventa. Mi abuelo le gustaba mucho el género chico y aunque no logró, en su momento, que me cautivara la zarzuela, supongo que ahora mismo-allá donde esté-, se sentirá contento por ver a su nieto intentando explicar las zarzuelas con entusiasmo. Y, en cierto sentido, lamentar alguna que otra conversación que no se pudo dar porque mi afición por la zarzuela llegó más tarde, cuando mi abuelo falleció. Quizás, en su día, fueron algunos prejuicios que, con el paso del tiempo, se han ido desvaneciendo y me han mostrado algunos aspectos relevantes y brillantes de la zarzuela. Pero “Los gavilanes” siempre estuvo ahí(y también, mientras estuvo vivo, llegó a verme escuchar “La dolorosa”). Va por él este artículo.

En un pueblo costero y pesquero vuelve Juan a la aldea donde vivió, sufrió de amores y de la que partió en búsqueda de riqueza. Su amor por Adriana era casi imposible porque la madre de ella quería un buen partido para su hija. Tras su regreso, lleno de dinero pero sin más perspectiva que pasar lo que le queda de vida en su aldea, quiere ser feliz con su familia y dar provecho para la propia aldea. “Mi aldea” es la irrupción del barítono que interpreta este rol de Juan.



Sabía que su amor, Adriana, se había casado pero ignora que ella se quedó viuda y con una hija, Rosaura. Mientras que se queda solo en escena, aparece Gustavo, un joven mozo, que entona una copla de la zona: “Soy mozo y enamorado, nadie es más rico que yo,no se compra con dinero la juventud ni el amor” y que será casi, el tema de la zarzuela. Cuando se encuentran, con todo, hay poca magia y entusiasmo en ambos. Sin embargo, la aparición de Rosaura le aporta una perspectiva diferente. También ve que el propio Gustavo abraza a Rosaura.


Comienzan los festejos en la aldea por la llegada de Juan. Tanto Trinquet, guardia, como Clarivan, alcalde, quieren colaborar en la fiesta. El coro que sigue es uno de los más emotivos que hay en la zarzuela.


Sin embargo, la fiesta no es total porque se empieza a vislumbrar el capricho de Juan por Rosaura ante el estupor de familiares, amigos. El indiano quiere casarse con la joven a pesar del amor que siente ella por Gustavo. Al igual que un rico le arrebató a Adriana, llega a un acuerdo con la abuela de Rosaura para casarse. En mitad de la fiesta, Gustavo aparece y le echa en cara sus intenciones mientras Juan se muestra inflexible en su decisión.


Resignadas a su destino tanto la madre como la hija, se reúnen. Juan les ha salvado de la ruina que pesa a su familia...aunque sea para deberle a él. Adriana le confiesa a su hija que estuvo enamorada de Juan en su juventud y que, al saber de su regreso, alguna esperanza se removió hasta que vio el doloroso engaño. Ambas se sienten infelices pero Adriana intenta que, al menos, Rosaura le dé la felicidad a Juan aunque no se lo merezca.



Gustavo intenta rondar la casa de Rosaura e intenta convencerla para huir de esos lares, escapar del triste destino que la aguarda. Rosaura, aunque deseosa, se frena cuando la llama su madre. Gustavo, sabiendo la historia de Adriana, acaba convenciéndola que el destino de Rosaura, de quedarse en la aldea, es el de una vida sin amor. En ese instante, aparece Juan. Escarmentado por Trinquet y Clarivan, pensando en esa cancioncilla que también ronda por la aldea(“Palomita, palomita, ten cuidado con tu pichón, mira que rondando el nido están el gavilán traidor”) tras una conversación con ambos amigos(Ya no te llama nadie en la aldea Juan el Indiano. Todos te llaman ahora el Gavilán. ”), acaba reconociendo que no puede hacer eso a Rosaura y Gustavo. Pillando por sorpresa a ambos enamorados camino de la fuga, les dice que no lo hagan, que él la entregará a plena luz del día para que sea su esposa ante el regocijo de ambos jóvenes y el agradecimiento de Adriana ante tal gesto honorable.