Tosca
representa, personalmente, la mejor ópera de Giacomo Puccini. No va
en deméritos de otra óperas posteriores, algunas de la grandeza de
Madama Butterfly o Turandot, pero es que tiene algo que encandila y
que hace de esta ópera, una de las más representadas. En sí, tiene
un encanto especial porque contiene muchos sentimientos: amor, odio,
celos, honor, venganza. Todo en una ópera que llega al espectador
con cierta facilidad.
Pero
también quiero incidir en el personaje principal, el de Floria Tosca
porque en ella se ve una evolución visible desde los celos del
primer acto, una fuerza escondida en el acto segundo y, por último,
una cierta determinación en el último acto. El Barón Scarpia
mantiene durante la ópera una aura maligna, de abuso de poder que
lleva a la tortura física a Mario Cavaradossi...como emocional a la
propia Tosca; el propio Cavaradossi mantiene también una cierta
personalidad que le lleva a ser leal a Angelotti-político preso que
se había escapado del Castillo de Sant'Angelo- y fiel a Tosca.
Decíamos
que Tosca, en el primer acto, nos muestra su faceta celosa pero
tampoco quiero ser duro en ese tema: en su felicidad con el pintor,
sospecha de cualquier cosa que rompa esa sensación y, especialmente,
el retrato que está pintando su amado de una virgen angelical que le
turba. En ese veneno, el Barón Scarpia también colabora para
meterle en más dudas respecto a Cavaradossi.
Detenido
Cavaradossi y torturado para que desvele donde está Angelotti,
Scarpia presiona en el ánimo de Tosca que, en principio, se muestra
temerosa hasta el punto de pedir a Cavaradossi que le deje decir
dónde está escondido pero, al final, ella cede y dice donde está
el preso. Para liberar a Cavaradossi de su condena, el malvado
Scarpia, como jefe de la policia, empieza a presionarla y dejarle
caer que el único modo de salvar a su amado es ceder a sus
pretensiones amorosas. Es ahí, en ese contexto, cuando vemos una de
las arias más bellas, “Vissi d'arte”.
Al
final, cede Tosca a los deseos de Scarpia pero pide que ella pueda
verlo salvado pero él le confirma “que no puede hacer gracia
abierta”, que todos deben saber la muerte de Cavaradossi. Ante
Spoletta, y con Tosca de testigo, le informa a su esbirro que ha
cambiado la condena, que será fusilado “como Palmieri”(evidente
plasmación de un fusilamiento nada fingido sin que ella lo sepa).
Ella, desesperada ante esa perspectiva de una noche de ser forzada
por tal de salvar a su Mario, ve un cuchillo de una cena del barón y
lo coge, ya sabe por una fuerza que le viene de dentro, que el
destino de Scarpia lo tiene en la mano que sostiene el citado
cuchillo.
Horas
después, en el Castillo Sant'Angelo, Mario Cavaradossi siente que la
vida se le apaga. Es en ese momento donde asistimos a otra de las
grandes arias de la ópera en general, “E lucevan le stelle”, una
verdadera carta de amor a la vida. En ese momento aparece Tosca con
el salvaconducto y la buena nueva, Scarpia ha muerto y ha sido por
ella. Asistimos a un dúo de amor incondicional que está lejos de
esos celos del primer acto. También le desvela que, aunque será
libre, debe someterse a un fusilamiento fingido y que debe actuar
bien. Sin embargo, la realidad es otra y el fusilamiento es real;
ella desquiciada ante la realidad y los rumores de los esbirros de
Scarpia a su caza, se sube al muro de la terraza superior del
Castillo y, después de un “Scarpia, avanti a Dio” se lanza
mientras la orquesta toca las últimas notas.