El papel de Don Giovanni-Don Juan- es conocido: el típico seductor que no duda en utilizar sus malas artes para seducir a sus conquistas, incordiar a su sirviente Leporello que se ve en problemas constantes y, por último, se encuentra con la persona que lo castigará, el comendador...y padre de Donna Anna(Doña Ana). A lo largo de estos años he ido plasmando algunas de sus escenas más conocidas. En esta ocasión, es una cancioncilla para rondar a otra muchacha, sirviente de Donna Elvira, tras haberlo intentado con Donna Anna y Zerlina en el primer acto. Cambiándose los trajes con Leporello, le convence que seduzca a la señora y, sobre todo, alejarla para que él pueda acercarse a la muchacha. A pesar de la personalidad malévola de Don Giovanni, hay que reconocer que es una escena "diferente", más amable si fuera otro el personaje. Suficiente para que el cantante suela, a veces, sacarla a colación en recitales.
De la escena como tal, es una cancioncilla en la que prevalece la intervención de una mandolina a lo largo de la interpretación y que puede aparecer en escena o no(por ejemplo, que esté en la orquesta pero el personaje hace que la toca en el escenario). La mandolina es un instrumento de cuatro cuerdas dobles con el uso de una púa-también dedos- y que le da un cierto toque popular y que, musicalmente, lleva el peso mientras el resto de instrumentos de cuerda, en pizzicato, acompañan. En sí, la belleza de esta escena es esa melodía que llega a nuestros oídos y que, por un momento, logra olvidar qué tipo de personaje canta.
Aria: Deh vieni alla finestra
Deh, vieni alla finestra,
o mio tesoro,
Deh, vieni a consolar il pianto mio.
Se neghi a me di dar qualche ristoro,
Davanti agli occhi
tuoi morir vogl'io!
Tu ch'hai la bocca dolce
più del miele,
Tu che il zucchero porti
in mezzo al core!
Non esser, gioia mia,
con me crudele!
Lasciati almen veder,
mio bell'amore!
* Deh, vieni alla finestra. Gerald Finley