Llevaba
“La bohème” ocho años desde su estreno casi conjunto-recordemos
que Giacomo Puccini y Ruggero Leoncavallo compusieron cada uno una
ópera con el mismo nombre- cuando Amadeo Vives quiso también
componer una zarzuela sobre el mismo libro “Scènes de la vie de
bohème”, de Henri Murguer. Durante el siglo XX otras obras usaron
el libro o lo que les inspiraba para sus obras respectivas(tambien
una opereta o un musical en Broadway). Pero aquí nos ceñimos a la
zarzuela, sus personajes y esas escasas menciones a Rodolfo y Mimì,
los célebres personajes de las óperas de Puccini y Leoncavallo,
como un modo de acercarse a la obra, poco más.
Eso
sí, Amadeo Vives logró mostrar la vida bohemia que ya les era
conocida con otros personajes en la línea: un compositor, su
poeta-libretista y una vecina aspirante a ser cantante lírica. Todos
ellos sufren de escaseces que intentan superar con algo de entusiasmo
y sin el dramatismo de las dos óperas. Tres personajes que, por
cierto, son ayudados de una forma muy “particular” por un
llamativo mecenas llamado Giraud.
La
obra empieza con Roberto buscando de encontrar la melodía perfecta
para el poema que le ha preparado Víctor, dos amigos y artistas
nóveles sin que nadie les tenga en cuenta. Pero Roberto no puede
coger la inspiración porque una vecina que quiere ser cantante
lírica se dedica a cantar y él se descentra; a pesar que ella canta
melodías compuestas por él, no la traga y desea que su éxito la
aleje de allí y le deje trabajar. Sin embargo, desconoce que ella sí
quiere ayudarlo, logrando que Girard, su mecenas sea también de
Roberto. Ella conoce su obra, la canta...y le deja la invitación
para la noche en la Ópera Cómica.
Tanto
Víctor como Roberto están hambrientos porque poco les llega y
tienen que ser fiados hasta cierto punto. Roberto, que se ha ido con
dos jóvenes a cenar, no sabe lo que sufre Víctor que, en una plaza,
puede ver a Cossette aunque, en si, él no la ha reconocido. Es la
escena más famosa de la zarzuela, uno de esos coros
memorables(“Corramos los bohemios de ardiente corazón”).
Víctor
se da de bruces con la realidad y el sufrimiento hasta que se
encuentra con Girard, quien lo salva de un gran pesar y también lo
acoge; mientras, nos encontramos con otro momento emblemático:
Roberto pretende disfrutar de la noche con las mismas dos
jóvenes-Juana y Cecilia- con las que ha cenado pero Cossette ve a
los tres y, sea por un poco de celos, interviene nombrándolo porque
ella sí que lo conoce de vista pero él no. Sin embargo, la mención
de su nombre, de “Cossette” termina de convencer a Roberto de su
amor por ella.
Es
quizás, la parte en la que se juega con el teatro dentro del teatro-
una prueba de canto-, con Girard montando un buen lío a Víctor y a
Roberto, casi separándolos, enojados - ”dos desconocidos no pueden
hacer su debut juntos”- para luego juntarlos, desconociendo el
mecenas...que ellos ya se conocen en la escena más jocosa de la
obra, cuando Víctor empieza a sospechar de las maneras de Girard.
Sin embargo, el otro gran momento de la obra es cuando ella se
dispone a cantar para el director Rossand y escoge como la obra a
cantar el dúo de “Luzbel”, la composición de Roberto, ante el
asombro de él. El éxito es arrollador como la alegría de los dos,
casi camino del matrimonio, y el gran cariño de Cossette al
encumbrar en el éxito también a Víctor...con los acordes finales
de la zarzuela.
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