jueves, 19 de marzo de 2020

El papá verdiano

El próximo día 19 de marzo se celebra San José y, además, el día del padre. Como siempre que llega esta fecha recuerdo la figura de Giuseppe Verdi, quien apenas pudo disfrutar de esos felices instantes familiares. En apenas dos años, su feliz familia se desvaneció con tres tragedias sin par: la muerte de su hija Virginia, su hijo Icilio Romano y su mujer, Margherita Barezzi. Tres desastres sin paliativos que hicieron mella en el compositor, primero en su propósito de no componer más y, luego, a través de las óperas que acabó componiendo. Merelli y la conocida anécdota del “Va, pensiero” fue la motivación para volver a componer pero, además, dicha ópera-”Nabucco”- sirvió para reencontrarse con Giuseppina Strepponi, que había cantado como Leonora en “Oberto, conte di San Bonifazio”(no me refiero al día del estreno). En esa época comenzó una relación que duraría medio siglo. Buena parte de la carrera operística de Verdi se pudo deber al papel que jugó ella en la vida del compositor.


Verdi nos lleva a muchos sentimientos. Conocida es esa parte de su obra que nos lleva al compositor comprometido con la causa de la unificación italiana: óperas que en su partitura, contienen coros, frases que levantaban el alma patriótica del italiano. Sin embargo, no quiero olvidar aquí la figura familiar del padre, una situación que apenas disfrutó. Bastantes óperas contenían escenas paterno filiales es que ha sido, en cierto sentido, fácil imaginar que el compositor imaginaba cómo habría sido su relación con sus hijos de haber sobrevivido éstos.


Amor paterno-filial que podía llegar a ser enfermizo como el de Rigoletto con Gilda, idolatrado de Luisa hacia su padre hasta el punto de sacrificarse por él,etc Aquí hay que entrar en un hecho llamativo como es la muerte en escena de un hijo/a ante su mirada(mencionado Rigoletto, Miller con su hija Luisa,Guzmán en Alzira,Juana de Arco ) como si reviviera en esas óperas el dolor de la pérdida de sus hijos naturales(recuerdo, un poco más de un año de edad que tenían cuando fallecieron).


De hecho,en la primera ópera tras la tragedia nos encontramos con la relación Julieta-Barón de Kelbar pero, en sí, lo que nos concierne comienza con el triángulo Nabucco-Fenena - Abigaille, quién creía ser la hija mayor y acabó descubriendo que era hija de esclavos. Fueron sucediendo las óperas y, por ejemplo, nos encontramos con las rencillas entre Arvino y Giselda en “I lombardi alla prima crociata” aunque, al final, se juntan en la batalla final de la cruzada. Se fueron sucediendo óperas en las que la menciones eran directas o indirectas(por ejemplo, cuando Macduff recuerda como Macbeth había matado a sus hijos en una de esas escabechinas que el rey escocés realizaba para eliminar rivales).

También Verdi dispuso relaciones polémicas entre padre e hijo como es el caso de Monforte y Arrigo, una relación cargada de tensión que coge su punto álgido cuando Monforte le revela el vínculo paterno-filial a Arrigo a través de una carta de su madre. Aunque parece que todo sigue igual, Arrigo empieza a preocuparse por su padre en una fiesta que iba a ser objeto de magnicidio pero que él para. Un vínculo que le lleva a suplicarle a su padre que salve la vida a Elena, una de las cómplices del mncionado intento de asesinato y condenada al suplicio.

Aunque hubo otros papeles emblemáticos(Amonasro-respecto a Aida-, Felipe II-infante Don Carlos-,Simón Boccanegra y su hija Amelia,etc) quiero terminar este artículo con la figura de Giorgio Germont porque, en él, se encuentra una figura muy llamativa: en el acto II, le vemos como una persona capaz de entrometerse en una pareja que se quiere y pedir un sacrificio a Violetta; una persona con una marcada personalidad austera,severa que le pide a su hijo que vuelva a la familia(“Di Provenza il mar, il sol”) pero que, con el desarrollo de la ópera, se hace algo más amable:le reprocha al hijo como ha insultado a Violetta(“Di sprezzo degno”) ,que culmina en el acto último confensando a su hijo el sacrificio de amor de ella y viendo,con horror, como ella muere en los brazos de su hijo mientras él se maldice(Oh, malcauto vegliardo!
Ah, tutto il mal ch'io feci ora sol vedo!...¡Ah, viejo malvado! Ahora veo todo el mal que he hecho).

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