jueves, 27 de diciembre de 2018

Momentos memorables: Deh,vieni alla finestra

Don Giovanni, ópera compuesta por Wolfgang Amadeus Mozart y estrenada en Praga en 1787, es una de las grandes óperas que se pueden ver en los grandes teatros con cierta regularidad. Tan importante para el mundo de la ópera que Lavigna, maestro de Giuseppe Verdi, le indicó que estudiase su partitura como un modo de ir aprendiendo algunos conceptos. Verdi, no nos olvidemos, no pudo entrar en el conservatorio de Milán-sí, ese que luego se llamó "Giuseppe Verdi" con la contrariedad del propio compositor que no entendió la actitud del conservatorio de darle nombre tras haberle negado el acceso cuando era joven- y fue ayudado por Barezzi, quién le recomendó al mencionado Lavigna.

El papel de Don Giovanni-Don Juan- es conocido: el típico seductor que no duda en utilizar sus malas artes para seducir a sus conquistas, incordiar a su sirviente Leporello que se ve en problemas constantes y, por último, se encuentra con la persona que lo castigará, el comendador...y padre de Donna Anna(Doña Ana). A lo largo de estos años he ido plasmando algunas de sus escenas más conocidas. En esta ocasión, es una cancioncilla para rondar a otra muchacha, sirviente de Donna Elvira,  tras haberlo intentado con Donna Anna y Zerlina en el primer acto. Cambiándose los trajes con Leporello, le convence que seduzca a la señora y, sobre todo, alejarla para que él pueda acercarse a la muchacha. A pesar de la personalidad malévola de Don Giovanni, hay que reconocer que es una escena "diferente", más amable si fuera otro el personaje. Suficiente para que el cantante suela, a veces, sacarla a colación en recitales.
 

De la escena como tal, es una cancioncilla en la que prevalece la intervención de una mandolina a lo largo de la interpretación y que puede aparecer en escena o no(por ejemplo, que esté en la orquesta pero el personaje hace que la toca en el escenario). La mandolina es un instrumento de cuatro cuerdas dobles con el uso de una púa-también dedos- y que le da un cierto toque popular y que, musicalmente, lleva el peso mientras el resto de instrumentos de cuerda, en pizzicato, acompañan. En sí, la belleza de esta escena es esa melodía que llega a nuestros oídos y que, por un momento, logra olvidar qué tipo de personaje canta.

Aria: Deh vieni alla finestra


Deh, vieni alla finestra, 
o mio tesoro,
Deh, vieni a consolar il pianto mio.
Se neghi a me di dar qualche ristoro,
Davanti agli occhi 
tuoi morir vogl'io!
Tu ch'hai la bocca dolce 
più del miele,
Tu che il zucchero porti 
in mezzo al core!
Non esser, gioia mia, 
con me crudele!
Lasciati almen veder, 
mio bell'amore! 

*  Deh, vieni alla finestra. Gerald Finley

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