martes, 9 de octubre de 2018

Una voce molto fa





Sin duda, la emotividad es un factor que mueve todo. El fallecimiento de Montserrat Caballé el pasado sábado 6 de octubre me devolvió a mis primeros días de ópera, allá por 1989. El primer recuerdo me llevó a ese cassette de "La bohème" en el que cantaba junto a Plácido Domingo, Ruggero Raimondi y Vicente Sardinero, versión que luego tuve en compact-disc. A lo largo de estos años he ido comprando/recibiendo como regalo otras versiones como la que ven en la foto. Sin olvidar esa "Norma" que aún mantuve en cassette junto a José Carreras y que, gracias a Spotify, volví a disfrutar no hace mucho.
 

La voz de Montserrat Caballé llegaba al corazón con una nitidez pero, sobre todo, personalidad a la hora de interpretar el personaje en cuestión, sea el de la pobre Mimì-con una variedad de sentimientos entre el primer acto y el cuarto-, el de Liù firme en su amor y lealtad a Calaf ante Turandot o, por ejemplo, el sufrir de Luisa Miller en ese final de la ópera junto a la voz de otro "eterno" como era Luciano Pavarotti. Tosca, Norma, zarzuela o, incluso, esa mítica interpretación con Freddy Mercuri que, quizás, sirvió para adentrar a algún aficionado a la ópera.
 

No quiero olvidar su forma de ser en otra faceta que, ustedes saben, me parece primordial: la formación de jóvenes talentos para la ópera. Así, fueron míticas sus masterclass donde ayudaba a los cantantes con su conocimiento y corrección de errores con un cariño por la profesión y entendiendo a quién tenía delante aprendiendo.
 

Aunque tengo intención de terminar de reescribir el artículo publicado en 2013, aquí  dejo un recuerdo aunque lo verán dentro de poco por aquí, añadido. Rossini compuso para su ópera "Il barbiere di Siviglia" esa aria para Rosina llamada "Una voce poco fa". En el caso de Montserrat Caballé diría, más bien, que "una voce molto fa" por el bien de la ópera. Su legado operístico y de zarzuela estará para las futuras generaciones.